STOP AL COBRADOR
Desde el inicio de la crisis son muchas las personas
que han sufrido sus efectos mediante la pérdida de empleo o la bajada de su
salario, los recortes en prestaciones sociales…etc. Esto ha provocado que no se
puedan pagar las cuotas de los préstamos hipotecarios, personales o al consumo,
viéndose afectadas también aquellas personas que prestaron su aval para
garantizar la devolución de aquellos. Este post lo escribo para todas aquellas
personas o pequeñas empresas que se ven acosados por las empresas de recobro.
Existen dos tipos de empresas de recobro “legal”. De
un lado están aquellas empresas contratadas por entidades financieras o
empresas de telecomunicaciones y cuyo método más utilizado es el acoso
telefónico. De otro lado están aquellas empresas que se dedican a perseguir a
sus víctimas utilizando un disfraz o coches llamativos para provocar la
humillación y conseguir de ese método el cobro de la deuda.
Empecemos por las primeras. En cuanto a este tipo de
empresas decir que sus métodos son sobre todo el acoso telefónico y el envío de
cartas por correo ordinario especificando la supuesta deuda y dando un plazo
improrrogable para pagar antes de recurrir a la vía judicial. Normalmente no
pasa de ahí por lo que dependerá de cada persona lo que está dispuesta a
aguantar. Ellos saben que muchas de las deudas que reclaman son incobrables y
recurren a este acoso telefónico, que muchas veces puede llegar hasta el lugar
de trabajo, a familiares o incluso vecinos. En ocasiones puede suceder que en
la conversación telefónica se viertan amenazas. Esto no es lo habitual porque
muchas de estas empresas están inscritas en la Asociación Nacional de Entidades
de Gestión de Cobro (os sonarán Esco Expansión, Financonsult, Hispania Gestión
de cobros, Intrum Justitia, Multigestión Iberia, Tradinforme…etc) que tiene una
especie de código ético que podéis consultar en su web aquí.
Mi consejo ante el acoso telefónico es contestar siempre e intentar llegar a acuerdos sobre el pago de la deuda si se puede. Si no se puede, explicar los motivos dando a entender que en cuanto la situación económica mejore se irá pagando. Si hay amenazas por medio, solicitar toda la información que se pueda, nombre de la persona, si tiene algún cargo, desde donde llama, oficina, dirección, nombre de su superior…y enviar por correo certificado o burofax una queja explicando toda la situación y que en caso de persistir el acoso se pondrá denuncia en el juzgado.
En la mayoría de ocasiones, aunque suelen decir que
llaman de la asesoría jurídica normalmente del banco al que pertenece la deuda
original, la persona que habla no es más que un cobrador telefónico. Cuando
digan esto lo que hay que hacer es preguntar de qué oficina bancaria llaman y
si no es la vuestra basta con decir que no tenéis ningún producto contratado
donde dicen y se acabó. A esperar hasta la siguiente llamada.
En caso de que el número de llamadas recibidas se vuelva insoportable lo mejor es descargarse alguna aplicación para el móvil que bloquee las llamadas. En cuanto a las reclamaciones de deudas recibidas por correo ordinario, ni caso. Preocuparos cuando se reciban por correo certificado o burofax porque esto suele ser un indicio de una próxima demanda, ya que pretenden tener documentada una reclamación fehaciente de la deuda. Ante esto lo más aconsejable es responder explicando la situación y vuestras posibilidades de solucionar el problema por la vía amistosa, y si es posible, por el mismo medio por el que os llegó la carta. Es raro que estas empresas lleguen a la vía judicial si no están seguras de que van a poder embargar algún bien o algún salario o pensión.
Pasemos ahora a explicar el segundo tipo de empresas
de recobro. Este tipo de empresas como el Monasterio del moroso o el Cobrador
del frac entre otras, a lo que se dedican es a visitar al deudor en su trabajo
o en su domicilio particular. Ellos se encargan del cobro de deudas por
comisión. Se quedan con un porcentaje de lo que consiguen cobrar. En primer
lugar suelen ponerse en contacto con el deudor bien telefónicamente o
presentándose en su domicilio para comunicarle su situación y ofrecerle una
solución amistosa que consistirá lógicamente en que el deudor pague su deuda.
La mayoría de las veces quien acude a estas empresas
para encargarles el cobro de una deuda, lo hace cuando ya sabe que va a ser
imposible su cobro por vía judicial.
El segundo paso que suelen dar es visitar al deudor de
nuevo en su lugar de trabajo o en su domicilio particular con un coche rotulado
de forma llamativa con la palabra “moroso” y vestido con el disfraz de turno.
Las visitas se sucederán con el ánimo de llamar la atención de familiares,
vecinos y con el fin de ridiculizar y colgar la condición de moroso al deudor.
No hay que tener miedo. Ellos juegan con que todo ese espectáculo servirá para que se pague la deuda y no seguir con la humillación que supone ser perseguido por estos personajes. Pero no todo vale y aunque la actividad de estas empresas no está regulada hay unos límites impuestos básicamente por la dos leyes: la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, sobre protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, y la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.
Mi consejo para alguien que se encuentre en esta situación
es llamar a la Policía o a la Guardia Civil para que identifiquen a
la persona, buscar testigos de la situación, sacar fotografías…cada una de las
veces que os pase. Ya hay varias sentencias en contra de estas empresas por los
métodos utilizados, por amenazas, por coacciones o por atentar contra honor, la
intimidad o la propia imagen. Así que no os asustéis, acudir a un abogado y
utilizar la vía judicial para parar el abuso al que os someten.
En el caso de que os llegue una demanda reclamando la
deuda, normalmente mediante el proceso monitorio, acudir siempre a un abogado,
o solicitarlo a través del Colegio de Abogados de vuestra localidad para que se
os asigne uno de oficio. La mayoría de los contratos de préstamo contienen
cláusulas abusivas y posiblemente podréis reducir la cantidad debida.
Si alguien quiere contarme su caso puede hacerlo a través de los comentarios. Si no quiere que su comentario sea publicado que me lo diga. Todos los comentarios son leídos antes de su publicación.